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Artwork Description

Mientras se discuten temas relacionados con la degradación ecológica (la deforestación de la selva o la destrucción de la capa de ozono, por ejemplo), Malú Stewart se afana en ofrecer al espectador un nuevo episodio de su serie de investigaciones que, en este contexto, pueden ser apreciadas como una reflexión y valoración de áreas verdes. Interesantemente, en esta oportunidad, opta por presentar sus últimos trabajos de escala monumental en Sala Gasco Arte Contemporáneo, espacio expositivo ubicado en el centro y corazón mismo de Santiago (una ciudad gris donde el azul del cielo no se aprecia con frecuencia, donde los parques no abundan y aún queda mucho por forestar). Emplazadas en este lugar céntrico, y acaso por contraste, las obras de Stewart evocan con insolencia la naturaleza impoluta en su esplendor, a la vez que ofrecen un refugio al transeúnte. Hace ya mucho que la artista dio rienda suelta a su vocación cromática; su taller es un hervidero de color, elemento sustantivo de sus obras. Persevera con los formatos apaisados y le apasiona investigar problemas relativos a las posibilidades y complejidades de la superficie pictórica. No es de extrañar entonces que se haya obsesionado con la obra de Claude Monet (1840-1926) y, como los paradigmas de la Modernidad entraron en crisis hace ya varias décadas, cita y se apropia, sin pudor ni sentimientos de culpa, de los íconos del más radical de todos los pintores impresionistas: los nenúfares en un estanque de agua. Dedos verdes es un anglicismo (Green Thumb/Green Fingers), a la vez que el muy pertinente título de esta muestra. Esta expresión resume en dos palabras la habilidad de algunos para preparar, sembrar y hacer brotar a la superficie nuevas plantas; Stewart no ha cesado de trabajar arduamente para hacer florecer la superficie pictórica con nuevas propuestas cromáticas y texturales. El rótulo Dedos verdes, además, enfatiza la exhaustiva manualidad tras la concreción de cada una de las obras en esta exposición, pues la artista parece buscar intensamente la fusión entre el trabajo artístico y el artesanal. En resumen, estas dos obras asemejan grandes ventanales y la vista que ofrecen invita a restaurar la cultura de la naturaleza y el paisaje, también a valorar los territorios creativos del pasado. Consecuente con las prácticas artísticas posmodernas, Malu Stewart centra su producción en un trabajo de revisión de los discursos visuales de otro (Claude Monet), sin que ello signifique necesariamente una mirada nostálgica y absolutamente mimética. Es evidente que entabla un diálogo amable con la tradición impresionista y que disfruta el (re) presentar al espectador su versión acotada y simplificada de las cualidades líquidas, cromáticas y flotantes de las ninfeas del maestro, pero lo hace con una técnica exuberante y prolija que le es propia. CLAUDIA CAMPAÑA